José Gabriel Jeffs Munizaga. “Chile en el macrocircuito de la yerba mate. Auge y caída de un producto típico del Cono Sur americano”.
RIVAR Vol. 4, N° 11. Mayo 2017: 148-170.


Artículos

Chile en el macrocircuito de la yerba mate. Auge y caída de un producto típico del Cono Sur americano*

Chile in the macrocircuit of yerba mate. Boom and fall of a typical product of the American Southern Cone

 

José Gabriel Jeffs Munizaga**

**Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, Escuela de Negocios Internacionales. Universidad de Valparaíso, Chile. Magíster en Estudios Internacionales, Universidad de Santiago de Chile, Chile. Correo electrónico: josejeffs@gmail.com


Resumen

La yerba mate y Chile tienen una vinculación muy especial. Se cree que data desde el siglo XVI, de la mano a las primeras incursiones españolas por el continente. Si bien es cierto que se comercializaba en Santiago a un precio bastante accesible para la época, su consumo dentro de la población fue transversal a todas las clases sociales y a su amargo sabor no escapaban ni parlamentarios ni presidentes.

En este trabajo se busca demostrar cuáles fueron las pautas de consumo en la población, el auge de la yerba y el rol que jugó Chile como vínculo en el macrocircuito yerbatero del Cono Sur americano hasta su posterior caída mediante la internación de infusiones provenientes de otras latitudes.

Palabras clave: Chile, yerba mate, cultura, té.


Abstract

Yerba mate and Chile have a very special bonding. It is believed that it dates from the sixteenth century and the first Spanish incursions across the continent. Although it was commercialized in Santiago, at a price quite accessible for the time. The consumption in the population was transversal to all social classes and to its bitter taste did not escape neither parliamentarians nor presidents.

This paper seeks to demonstrate the patterns of consumption in the population, the growth of yerba and the role played by Chile as a link in the macrocircuit of the American Southern Cone, until the subsequent fall by interning infusions from other latitudes.

Keywords: Chile, yerba mate, culture, tea.


 

Introducción

La yerba mate ingresó en Chile en las primeras décadas de la colonización española. Es posible que llegara a Santiago a mediados del siglo XVI. Algunas versiones vinculan el ingreso de la yerba mate con la expedición de Alonso de Sotomayor a través de la cordillera de los Andes (1558). También se asocia la creación del mercado de la yerba mate en Chile al ejército de Arauco, a comienzos del siglo XVII, con el traslado de guaraníes para prestar servicios militares en Concepción. Con ellos viajó la cultura del mate, y pronto se popularizó entre los mestizos que integraban la fuerza militar sureña. Poco a poco se consolidó la ruta comercial y el abastecimiento de yerba mate al mercado chileno, hasta convertirse en producto de consumo popular. Así, la evidencia documental (Pereira Salas, 1977: 43-44). Muestra que en 1664 la yerba mate se vendía en la tienda de don Francisco Martínez de Argomedo, en Santiago, a un precio de 8 reales por libra (Pereira Salas, 1977: 43-44).

El impacto que tuvo la yerba mate en Chile se vincula al sistema económico comercial establecido en el periodo colonial y la importancia de las mulas como medio de transporte. Los mercaderes locales generalmente combinan los negocios de mulas, con operaciones en otros rubros. Como apuntan ciertos autores, Juan de Perochena, un conocido comerciante de mulas hacía negocios en Santa Fe, donde compraba yerba mate que fletaba luego hacia las provincias “de arriba”, y a Buenos Aires, donde compraba los géneros que llegaban en los navíos de registro, llevándolos luego mediante carretas y a lomo de mula con arrieros, por los pasos cordilleranos que conectaban a Chile con el comercio trasandino. De este modo trasladaba mercancías como ponchos, vino y alambiques, trayendo yerba mate a Santiago y Valparaíso. Conecta mediante el camino real con Concepción, al pasar las carretas y los arrieros por las ciudades, poblados y villorrios, dejando así la yerba, que se fue transformando en un preciado bien, sobre todo por el frío clima de los faldeos cordilleranos y el sur de Chile (Sempat Assadourian, 1982: 41; Cubillos, 1992: 50; Lacoste, Aguilera y Rendón, 2013: 17).

 

La importancia de Valparaíso como puerto de salida y expansión de la yerba mate

Conducida en carretas por el camino pampeano de Santa Fe, Córdoba y Mendoza, y luego del empeñoso cruce de la cordillera, la yerba encontró un expansivo mercado en Chile, sin descuidar que desde Valparaíso al puerto del Callao salía un continuo aunque pequeño flujo. Por la misma ruta marítima los zurrones de yerba solían llegar a Guayaquil y Panamá.

Para atender este macrocircuito interno, los productores privados, en el Paraguay, podían llegar a exportar en algunos años unas 40.000 arrobas de yerba de palos, mientras la exportación de los jesuítas no superaba el cupo máximo autorizado de 12.000 arrobas anuales. A sabiendas de la marcada inclinación de los jesuitas por cultivar la yerba caaminí (sin palos), conocida como el tipo más elitista y por ende costosa, es indudable que la producción de las reducciones se volcó hacia los mercados del Alto Perú y el Pacífico, con su atrayente cobertura en moneda metálica, donde se prefería esa calidad más seleccionada y cara de yerba mate (Sempat Assadourian, 1982: 73).

 

Figura 1. Mapa de los caminos de Chile. Siglos XVIII-XIX

Fuente: elaboración propia.

 

Pero el comercio del Alto Perú y más propiamente en las minas de plata de Potosí no solo hacía referencia a la yerba mate, cacao o coca, sino que también llegaban ahí los aguardientes provenientes del norte de Chile y el sur del Perú junto a todo tipo de mercancías que se elaboraban para abastecer el gran mercado en que se estaba convirtiendo el Cerro Rico de Potosí.

En cuanto a la participación de Chile en el mercado de la yerba mate, el rol jugado fue de consumidor y re-exportador. Si bien en algún momento se intentó falsificar yerba a fin de paliar sus altos costos supliéndola con la guillipatagua1 la sociedad chilena siguió prefiriendo la yerba del Paraguay (Pereira Salas, 1977: 61). Durante el siglo XVIII, el mate continuó siendo la más popular de las infusiones, y su consumo dio origen a un largo y ventilado pleito. En 1779 se estableció un impuesto, medida sumamente impopular debido al arraigado hábito de consumir mate en la población chilena, correspondiente a una contribución especial, de un peso por zurrón, a la yerba mate, para financiar los servicios del Puente de Cal y Canto. Los vecinos levantaron una airada protesta por esta medida, hasta el punto que eligieron a un abogado, don Miguel de la Huerta, para que defendiera sus derechos amenazados. De la Huerta consiguió sus propósitos, pues, en 1790, el Rey desaprobó el acuerdo tomado por las autoridades chilenas.

Entre 1732 y 1735 se evidenció un auge alcista de los precios de la yerba en la cuenca del Plata que llegó a un máximo de 28 reales y cuarto por arroba, en agosto del último de esos años; situación compleja para el comercio, ya que en 1729, había llegado a costar en promedio apenas unos ocho reales, precio al que habría de volver al final de 1747. Caídas similares se registraron entre 1717 y 1719, seguidas de ascensos también sustantivos entre 1721 y 1725. Si bien con algún pequeño desfase respecto a los precios santafesinos. Estas variaciones bruscas en productos agrarios son usuales en economías de base orgánica, sometidas a altas tasas de riesgo, altos y lentos costos de transporte, grandes pérdidas por almacenamiento y demanda inelástica y limitada en los puntos de consumo. Pero aquí se suman problemas del lado de la oferta: las rebeliones comuneras en Paraguay, con momentos de durísimo conflicto que habrán de desorganizar la producción y provocar fuertes aumentos de precio, o descensos cuando aquella pudo recomponerse (Djenderedjian y Martirén, 2013: 50-51).

 

 

La yerba mate se convirtió en parte importante de la vida cotidiana de los chilenos. Su consumo como bebida caliente era muy valorado, particularmente como medio para enfrentar el frío en el invierno, en la madrugada, tanto en la zona sur o como en las zonas cordilleranas. Para los arrieros que debían cruzar Los Andes, junto a las nieves eternas, la yerba mate formaba parte fundamental de su equipaje. Conscientes de esta valoración, las autoridades del Estado incluyeron la yerba dentro de las provisiones de emergencia que debían tener los refugios de Alta Montaña. En efecto, en las “Casuchas del Rey”, construidas por orden de don Ambrosio O’Higgins en la década de 1760 para asegurar la transitabilidad de la cordillera en invierno, se guardaban productos esenciales que sirvieran a los correos para resistir las tempestades de alta montaña en invierno. Estas provisiones de emergencia incluían leña, azúcar y yerba mate. En cierta forma, la infusión paraguaya pasó a integrar la lista de productos estratégicos para el Imperio Español (Cubillos, 1992: 42-44).

Mientras tanto, la yerba mate se consolidaba en el mercado chileno. Ya para el año 1804, el flujo de yerba hacia Santiago era cuantioso, aunque muy lejos de poder ser considerado un gran mercado para la yerba. Así, el abastecimiento era constante, y gracias a las mejoras introducidas en los caminos y su la importancia en la sociedad chilena, desde el siglo XIX estaba claramente centralizada: la yerba mate se manifestó como la bebida caliente más consumida en el país. Para 1805, se contabilizan 9.268 zurrones de yerba transportados durante los meses de enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio y diciembre (Cubillos, 1992: 62).

 

Cuadro 1. Informe de la Real Aduana de Mendoza. Orden del Ministro Contador de los artículos que se remiten a Chile por cordillera, 1804

Fuente: Cubillos, Adela, 1992: 58

 

Con la derrota de las tropas chilenas en el desastre de Rancagua, asume el gobierno Mariano Osorio, tomando la determinación de cerrar los pasos cordilleranos a todo tipo de mercancías provenientes de Buenos Aires desde 1810 a 1817. En 1810, las dificultades del comercio cordillerano provocaron un aumento súbito del precio de este artículo. De tres pesos que había sido el promedio de la época colonial, la arroba de yerba subió a la cifra increíble de 75 patacones (Pereira Salas, 1977: 74-75).

El tráfico cordillerano volvió a reanudarse, aunque decayó fuertemente con el desarrollo del comercio marítimo con costos mucho más bajos. En 1820 el Congreso elevó en un 20% las tarifas trasandinas de mercaderías provenientes de Europa. Poco a poco descendió el comercio terrestre con Buenos Aires (Cubillos, 1992: 64), pero sin desaparecer hasta tiempo después.

 

Costumbres de consumo y cultura del mate en la sociedad chilena

El hábito de consumir yerba mate se relaciona con el hecho de hervir el agua cuando no existía la posibilidad de potabilizarla: de ahí que se le asocie con algo saludable y que prolongaba la vida (Couyoumdjian, 2009: 8). Los primeros encuentros de extranjeros con la yerba, evidenciando las costumbre locales en sus viajes por el continente, al pasar por Chile les impactaba el hecho de beber mate con la misma bombilla, encontrándolo poco higiénico. “Se tiene por una muestra de cortesía que la señora chupe primero unas dos o tres veces la bombilla y que en seguida se la sirva sin limpiarla al convidado” (Byron, 1901: 137-138); esto causaba un cierto temor al tener que usar la bombilla para chupar el mate tras pasar por boca de toda la concurrencia. “Pasó largo rato antes de que pudiese atreverme a probar el hirviente brebaje, si bien es más áspero que el té, es muy agradable” (Graham, 1824: 196-197).

Más allá de los prejuicios encontrados por visitantes, la costumbre y cultura del mate se arraigó fuertemente en la sociedad chilena. Como es posible ver en la Figura 2, la yerba mate estaba presente en todo tipo de reuniones sociales; al fragor del brasero, se mantenía caliente el agua para cebar un mate.

 

Figura 2. Peter Schmidtmeyer, “Tertulia and mate party”

Fuente: Schmidtmeyer, Peter. “Tertulia and mate party”. En Travels into Chile, over the Andes 16001800. En Memoria Chilena, disponible en http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-78513.html

 

La importancia del mate es evidente, siempre ligado a largas conversaciones, el mate fue planta popular, animadora de la tertulia al calor del brasero, con su corte de chismes, consejas de ánimas, duendes y aparecidos, junto a las visitas de cortejo (Pereira Salas, 1977: 44).

Las experiencias de los extranjeros con la yerba es ruda en un comienzo, pero al ver que este hábito era tan propio de los chilenos, tanto de hombres como mujeres, finalmente se rinden al sabor de un buen mate. “Con motivo de una visita al convento de San Agustín, en Santiago. Las ancianas señoras nos obsequiaron con mate, el mejor que he tomado en Chile, preparado con leche y canela del país, servido en bandejas de flores, de modo que el gusto y el olfato se deleitaban a la vez” (Graham, 1824: 296).

 

La presencia de la platería como símbolo de estatus

La misma plata que se extraía del Alto Perú se utilizaba en la ornamentación de los mates de calabaza, ya sea para guarnecerlos -poner un borde de plata en la boca del mate- o para recubrir completamente la calabaza, así como también las bombillas, elemento fundamental. La indumentaria fue incorporando el precioso metal potosino; al transformarse la cultura del mate en Chile en un símbolo de estatus, la plata fue adquiriendo cada vez más importancia en la elaboración de las bombillas de plata. “Así como en las casas de las personas ricas, usan de plata, no solo los utensilios de mesa, sino también los destinados al servicio de la casa, a saber: platos, fuentes, salvillas, bandejas, azafates, lámparas, candeleros y aún los vasos dedicados a las necesidades comunes. Las salvillas y bombillas con que se toma la bebida que allí se hace con la yerba del Paraguay, son también de plata” (Fontecilla Larraín, 1938: 80).

 

Figura 3. “Mate coquimbano”, siglo XVIII-XIX

Fuente: Museo de Artes Decorativas, en depósito. Colección: Platería. N° de inventario: 24.83.218. Plata, fundido, soldadura. Alto 12 cm, diámetro 13 cm.

 

Con motivo de una improvisada visita del hijo del príncipe heredero de Alemania a un hogar chileno, al príncipe le había hecho tomar mate, lo que le agradó mucho. “Al despedirse la comitiva, uno de ella se acercó a doña Mica y le dijo: guarde la bombilla con que ha tomado mate el príncipe que ha de ser Emperador de Alemania. Y doña Mica decía: Qué les parece, que guardase la bombilla como si una tuviera tanta plata para estar comprando bombillas todos los días. No es nada guardar las bombillas con que toman mate en mi casa todos los que a ella vienen ¡Estos gringos deben ser locos!” (Dublé Almeida, 1938: 277).

 

Figura 4. “Mate coquimbano”, siglo XIX

Fuente: Museo de Artes Decorativas, en exhibición, Sala n° 2, vitrina mate, bombilla y estribo. Colección platería. N° de inventario: 24.83.216. Plata, fundido, martillado, grabado al buril. Alto 14 cm, diámetro 14 cm.

 

Sin desmerecer la importancia de la Capitanía General de Chile, resulta evidente que la mayor atención del comercio y producción de insumos y materias se avocaba a las minas de Potosí, donde era más rentable el intercambio. De todos modos, el impacto que tuvo la yerba mate en Chile se tradujo en más que solo números de las importaciones; la costumbre y cultura del mate se enraizó profunda y transversalmente en toda la población, al punto que los artículos para cebar mate y sus adornos en plata de Potosí se transformaron en símbolo de estatus. Mientras más completo el juego de mancerina, salvilla, bombillas, mate de calabaza y guarnecido en plata, mejor vista por la alta sociedad chilena se transformaba la familia poseedora; incluso, podrían usarse como dote en casos de matrimonio o como una muy buena herencia. Así es como fue posible identificar, por el año 1700, la importancia y gran valor otorgados a los artilugios para el mate, así como a la yerba misma.

Un mate de tomar hierba [burilado] en la plata de su guarnición con su bombilla y asiento que todas las dichas prendas son más y mando se paguen y desempeñen. Declaro que María de Miranda me debe $5, sobre el empeño de un mate guarnecido de toma yerba que tengo en mi poder. Y a cuenta de dichos $5 tengo recibido $1 en 4 almudes de sal.2

La hechura de los mates demuestra el gran valor que tomó el artículo en los albores de Chile. Es así como se manifestó como cuantiosa sucesión para quien la recibiese. Destaca el caso de la herencia de la Marquesa de Piedra Blanca de Guana de La Serena, quien entre sus bienes se destaca una gran cantidad de mates:

Mando se le entregue a mi sobrino Don Diego Montero Marqués de Piedra Blanca de Guana un saquito de oro, un platito de oro, unas espuelas de oro y un mate de oro con su asiento de plata dorada. Mando se le entregue a dicho niño Francisco Javier un mate guarnecido de plata con su asiento de plata. Declaro por mis bienes 2 pajuelas de oro, 1 librito de oro, unas hebillas de oro, 2 relojes, 2 vasitos de oro, 1 platito de oro, 1 mate de oro, unas espuelas de oro [y] 2 mates guarnecidos de plata usados.3

El valor del mate de oro resulta difícil de calcular ya que se desconoce su peso. En el caso de los mates de plata es más sencillo saberlo, ya en muchos casos la descripción de los escribanos es muy completa e incluye un avalúo del ítem junto a una clara descripción de sus cualidades.

Ejemplos como los anteriores se suman a las cantidades de yerba encontradas en el archivo y que demuestran su valor como dote o herencia. Aunque incomparable con el de los mates de plata, bombillas, mancerinas o salvillas, merece tomar en cuenta el valor intrínseco que esta tomó en la sociedad chilena y su importancia, más allá de cualquier valor pecuniario.

Una saca de yerba con peso a 8 arrobas 15 libras neto a 3 pesos 4 reales importan 30 pesos y 1 real. Una saca de yerba con peso de 7 arrobas 3 libras a 3 pesos y 4 reales importan 25 pesos. (Deudas a su favor) Don Santiago Vergara debe una carga de yerba de 7 arrobas que son 28 pesos.4

Para poder hacer una comparación del precio de la yerba mate, apuntamos que esta misma obtenía un mayor valor que el del mismo medio que la transportaba, ya que “2 caballos y 2 yeguas yerbateros muy ordinarios y mansos fueron tasados cada caballo en un peso y las yeguas a 6 reales que hacen 3 pesos 4 reales”.5

Los testamentos e inventarios incluían, invariablemente, el mate guarnecido y la yerba entre las pertenencias más valoradas. Los aderezos de mate, bombilla, azucarera y demás implementos, comenzaron a fabricarse en plata y otros metales para servir como adorno central de las salas de las casas ricas y pobres del Valle Central de Chile (Lacoste et al, 2013: 17).

El mate, sus elementos y cultura se transformaron en un sello distintivo de la alta alcurnia chilena y un fenómeno que abarcó a todas las clases sociales con sus claras distinciones y marcados niveles de estatus. Así la yerba mate y su cultura fue haciéndose parte de la sociedad chilena; hasta el momento de la independencia política con la corona española, era la bebida caliente más consumida en el territorio.

Si bien es posible apreciar que el valor del té no es tan fuerte como el de la yerba, esta situación cambiaría radicalmente a partir de 1870. Muchos artículos que por su excesivo precio -como el té- no estuvieron al alcance de la generalidad de los consumidores, poco a poco invadieron los vastos dominios del uso general mediante diversos mecanismos, como el crédito y la capacidad de endeudamiento en pro del lujo.

Lo caro, como medida de lujo, es, por tanto, una base insostenible que el tiempo mina rápidamente día a día, nivelando los consumos y extendiendo los goces de la comodidad desde las primeras hasta las últimas clases sociales. Por consiguiente, el subido precio de un artículo, ni su consumo limitado a ciertas clases privilegiadas por su fortuna, es lo que constituye propiamente el lujo; sino más bien, el uso de ciertos artículos de comodidad, gusto, elegancia, capricho o fantasía, que degenera a menudo en los excesos de la vanidad, el derroche o la disipación.6

Así se genera el colonialismo consumista, desde el punto de vista social y económico, con la imposición del consumo de lujo que cuando es excesivo logra menoscabar el capital productivo local.

De 1872 a 1873 la importación de yerba, que en su mayoría provenía de Brasil, sufre una brusca caída del 34%, pasando de 4.790,218 a 3.166,054 toneladas con un impuesto de $2 más por quintal métrico de 100 kg ($16.25 cts.). En años posteriores la situación no varía mucho, ya que mediante impuestos específicos a la internación de yerba mate, que en algunos años llegó al 25%, fue minado el tráfico, así como el cierre del comercio trasandino.

En un análisis comparativo, con Argentina, el consumo de yerba mate en Chile per cápita es de 2. 39 vs 6. 72 kg anuales para 1873. Avaluada en $16 y $f23 por quintal y con un gravamen de 25 y 20% respectivamente. Ya se estaba marcando claramente el retroceso en el consumo de mate en Chile.

El consumo de los artículos alimenticios más importantes, como el arroz, el azúcar, el café y el té se ha duplicado o triplicado, lo cual manifiesta un mayor grado de cultura en el pueblo; al mismo tiempo que el consumo de yerba mate, en otro tiempo tan generalizado, marcha en rápida decadencia desde 1872, hasta el punto de ser inferior el de 1874 al de 1865.7

 

Figura 5. Claudio Gay, “Una tertulia en 1790”

Fuente: Atlas de la historia física y política de Chile, lámina N° 30. Imprenta de E. Thunot, París 1854. Memoria Chilena. Disponible en: http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-98715.html

 

El influjo de la apertura al comercio internacional y a las costumbres europeizantes transformó los hábitos alimenticios a la usanza europea dejando de lado a la yerba, relegando su consumo, cultura y costumbres a las clases más bajas de la población. A estas alturas ingresa con fuerza el té, producto de la apertura de los puertos al libre comercio con el Imperio Británico -en una suerte de exclusividad por el afán de controlar los mares, basado en el principio de quien ostenta el dominio de los mares controla el mundo. Así, se generan amplias campañas publicitarias en la prensa y una activa participación del comercio nacional a la importación de productos como el té; junto a ello, se le otorgó en la alta sociedad el sentido elitista, por su origen europeo. Se conjuga además la amenaza que significaron los primeros intentos por ingresar la yerba mate, sin ningún tipo de publicidad ni estrategia comercial, a los mercados de Londres, París y Berlín, por parte de Francisco Solano López en 1864 (Navajas, 2013: 190). Dicho intento fue percibido como una amenaza a la hegemonía del té en Europa.

 

Figura 6. Aviso de té (en portada)

Fuente: El Comercio de San Felipe, 15 de septiembre de 1883.

 

Fuente: elaboración propia. Basado en los avisos publicados en El Mercurio de Valparaíso, 1870-1885.

 

Los comerciantes británicos propiciaron la expansión del té en sus mercados afines mediante el uso de diversos mecanismos, como una suerte de complot en contra de la yerba (Navajas, 2013: 107). La incesante publicidad en El Mercurio de Valparaíso y todos los periódicos de la cadena, la promoción y patrocinio de grandes obras de teatro y el establecimiento de rutas comerciales preferenciales para el té, desde California a Valparaíso, fueron métodos utilizados para frenar el avance del mate en los principales mercados de Europa, asestando un duro golpe a la economía yerbatera en el Cono Sur americano y con mayor fuerza en el mercado y la sociedad chilena.

 

Conclusión

El comercio y puesta en valor de la yerba mate como producto agroalimentario autóctono de la región se debió al asentamiento de la Orden jesuita. Esta llevó a la caá a un desarrollo inusitado, expandiendo sus hábitos, consumo y cultura a lugares tan lejanos como Chile, en el cual fue arraigándose fuertemente. Más allá de la simple necesidad de higienizar el agua al calentarla, su sabor amargo y terroso, endulzado con azúcar, adornada con cítricos, miel y otras hierbas fue transversal a todas las clases sociales hasta mediados del siglo XIX, su rentabilidad llamó la atención de comerciantes de diversa índole que se instalaron firmemente dándole los bríos necesarios para llegar a empoderarse como la bebida caliente más consumida en el Cono Sur americano incluso después de la expulsión de los jesuitas en 1767.

El establecimiento de rutas comerciales que aprovechaban los antiguos caminos reales facilitó el ingreso de la yerba, comercialización y el hábito de consumo en Chile. El macrocircuito yerbatero se consolidó con la hidrovía Paraguay-Paraná, llegando a Buenos Aires y posteriormente siendo trasladada a lomo de mula, por los arrieros y carretas; desde ahí era expedida a diversas provincias del Virreinato de La Plata, cruzando el paso cordillerano con dificultad. Al ser la yerba un agroproducto autóctono del Cono Sur americano tan primordial para la dieta de los chilenos, las autoridades de la época hicieron grandes esfuerzos en la mejora de los caminos y refugios de montaña para sortear las inclemencias del clima y asegurar el abastecimiento en el Reino de Chile. El ciclo de la yerba mate como principal infusión de consumo masivo local se extendió desde los inicios de la colonización española, en el siglo XVI, hasta los años de auge del imperio británico, en la segunda mitad del siglo XIX. Durante esos 300 años, la yerba mate fue un animador constante de la vida social y económica de los chilenos.

Entre mates y bombillas de plata para la aristocracia o de calabaza y otros metales en el caso de los más pobres, la cultura del mate se fue arraigando fuertemente a las costumbres de toda la sociedad chilena. En efecto, el mate fue el compañero inseparable de los soldados del ejército de la frontera en la Araucanía, durante las largas y frías noches de guardia. El mate fue también el centro de las tertulias en los salones, cerca del estrado, al calor del brasero. En sus elegantes salones, las élites chilenas se reconocían junto al brillo de sus mates guarnecidos en plata. Y en las familias más modestas, esa misma infusión se compartía en las conversaciones a la sombra del parrón. Arrieros y pulperos, jornaleros y gañanes, viticultores y pastores, todos ellos compartían su vida social y familiar en rondas de mate.

El significado de la consolidación del mercado del mate en Chile fue fortalecer los lazos de integración con los países vecinos. No se trata solamente del vínculo comercial entre Chile y Paraguay, sino de todo el espacio comercial intermedio, que se vio profundamente impregnado por el efecto de la yerba mate. De hecho, los troperos y arrieros encargados de abastecer el mercado chileno generaron un servicio regular de transporte terrestre de carga, que fecundó la vida económica, social y cultural de toda la región. La yerba era la principal carga de los troperos que servían la “Carrera de Cuyo”, de Buenos Aires a Mendoza, y luego el viaje de los arrieros trasandinos, de Mendoza a Chile y de San Juan a La Serena. Más adelante, esos mismos arrieros circulaban por el Camino Real, de Santiago a Concepción, entre otras rutas. La yerba mate les servía para financiar esos viajes; de esa forma, se aseguraba el tránsito de los arrieros por estos caminos. Y esa disponibilidad de transporte abrió infinitas posibilidades a otros productos de menor relevancia económica a nivel global, pero de notable significado para las economías regionales, hasta entonces aisladas.

Diversas producciones regionales venían de vuelta, en los lomos de aquellas mulas. El caso más conocido es el de los vinos y aguardientes de Mendoza y San Juan, que viajaban a Buenos Aires en las carretas que, en sentido opuesto, habían trasladado la yerba mate. Pero este efecto se extendió a toda la región. En el caso de Chile, el cobre labrado y los aguardientes de uva del valle del Elqui, los quesos de Chanco, las pasas y descarozados del Huasco, los jamones de Chiloé, entre otros productos, viajaron en aquellas mulas, desandando el camino que habían recorrido antes los zurrones de yerba. En ese sentido, la caá tuvo un notable papel como articuladora de mercados y estímulo de la actividad económica regional.

Paralelamente a la consolidación de la yerba en Chile y el Cono Sur, se produjo el fortalecimiento del Imperio Británico en el control de la rutas del comercio mundial, proceso dentro del cual uno de los productos emblemáticos fue el té.

La expansión del té, en Chile, también se vio estimulada por grandes empresas. En este caso se trató de empresarios británicos que, desde sus imponentes casas comerciales de Valparaíso y Santiago, promovieron el consumo del té a través de notables campañas de marketing con elementos de la publicidad moderna como la reiteración de palabras y grandes ilustraciones, a través de los medios de comunicación masiva de la época (prensa escrita).

Con la decadencia de la yerba mate y el ascenso del té, se produjo un cambio de los vínculos de Chile con el exterior. Junto con la reducción del mercado del mate, se debilitaron los lazos con los países vecinos. Y a la inversa: con el incremento del mercado del té, se consolidaron los vínculos con las grandes potencias, particularmente con Gran Bretaña.

En este marco se desarrolla el proceso de colonialismo consumista en América Latina mediante la internación de diversos productos con la europeización del continente. Particularmente en Chile esto se dio con el té, como uno de los excedentes de producción de las colonias británicas. En este marco el mercado chileno sufrió un brusco cambio en los hábitos de consumo: la yerba mate fue sustituida por ser considerada como un agroalimento inferior a los estándares que la aristocracia chilena demandaba y que el té cumplía cabalmente por su origen europeo.

Como efecto de la influencia británica en Chile, en 1872 se evidencia una baja sin precedentes en la importación de yerba al país. Justamente es en estos años donde la agresividad se plasma en la prensa quedando sin lugar el avisaje de caá en un progresivo detrimento que instala el hábito de consumir té y las modas europeizantes.

Con el surgimiento de los movimientos independentistas de la región, la yerba siguió siendo la infusión preferida hasta bien entrado el siglo XIX. En el caso de Chile se evidenció el proceso de colonialismo consumista, desde la apertura de puertos a la libre navegación y comercio con el imperio dominante (Hobsbawm, 2001; Ferguson, 2013; Ukers, 1935; así, la inserción de sus excedentes de producción encontró un amplio y bien dispuesto mercado en la naciente República de Chile. La gran capacidad de publicación en medios de comunicación, el establecimiento de casas comerciales inglesas en las principales ciudades, la otorgación y control de créditos a los empresarios nacionales, obtuvieron la preferencia para la inserción en el atractivo mercado chileno de las mercancías provenientes de Europa (Cavieres, 2010), tanto en las modas como costumbres, que fueron amoldando la sociedad chilena.

 

Notas

1 Se trata de un árbol endémico de hojas perennes que está presente desde la V a la X región de Chile.

2 Testamento de doña Magdalena Macaya. Archivo Nacional. Archivo Escribanos de Santiago. Vol. 497, f. 577v-584v. Santiago de Chile, 30 de agosto de 1736.

3 Inventario de doña Teresa de Rojas. Archivo Nacional, Fondo Judicial de La Serena. Vol. 14. f. 105-108. La Serena, 1736.

4 Autos de partición de don Francisco Arriagada, Archivo Nacional, Fondo Judicial de Cauquenes. legajo 18, pza. 2, 1798.

5 Partición de bienes de Marco García de la Huerta. Archivo Nacional. Fondo Judicial de Santiago. Vol. 414, pza. 1, 1791.

6 Estadística Comercial de la República de Chile, 1873 s/n.

7 Estadística Comercial de la República de Chile 1874, XII.

 

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Diarios y periódicos

El Mercurio de Valparaíso

El Comercio de San Felipe

 

Sitios web

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http://www.inym.org.ar

http://www.gazetadopovo.com.br

http://www.memoriachilena.cl

http://www.artdec.cl

 


*Este artículo se dedica In memoriam in memoriam a mis queridos maestros Olga Ulianova y Leonardo Jeffs.

Recibido: 5/01/2017 Aprobado: 6/03/2017


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